Por ComexPerú / Publicado en Marzo 25, 2022 / Semanario 1113 – Comercio Exterior

La larga trayectoria que el Perú ha mostrado en materia de integración económica y comercial con el mundo es un ejemplo claro de cómo una política de Estado firme puede trascender los Gobiernos de turno y convertirse en un verdadero motor de desarrollo y competitividad para el país. En ese sentido, afianzar y potenciar aquellos sectores emblemáticos de exportación, y que más beneficios traen a las empresas y familias peruanas, es una responsabilidad permanente para que el comercio exterior genere desarrollo económico, competitividad regional y desarrollo social en el Perú de manera sostenible. 

El desempeño de los sectores no tradicionales dentro de nuestra canasta de comercio internacional (por ejemplo, los sectores agropecuario, químico, textil, pesquero, siderometalúrgico, entre otros) es un indicador clave para analizar el valor agregado de nuestra producción. En específico, uno de los sectores emblemáticos de nuestro comercio no tradicional es el textil, el cual, a pesar de haber mostrado constantemente sólidos resultados de recuperación, hoy se ve seriamente comprometido por medidas sin sustento técnico que solo lograrán restar competitividad al sector y excluir de sus beneficios a miles de familias peruanas. 

De acuerdo con cifras de la Sunat, durante enero de 2022, las exportaciones textiles peruanas alcanzaron un valor de US$ 132.9 millones, lo que equivale a un 31.1% más en comparación con el mismo mes de 2021 y un 33.3% más con respecto a enero de 2020. Esta cifra de exportación al inicio del año marca un récord histórico en términos de valor exportado. Los principales destinos de exportación de nuestros textiles durante enero de 2022 fueron EE. UU., con envíos por US$ 72.7 millones, lo que representa un 54.7% del monto total exportado; seguido de Chile (US$ 10.2 millones, 7.6%), Ecuador (US$ 5 millones, 3.7%), Brasil (US$ 4.8 millones, 3.6%) y Canadá (US$ 3.5 millones, 3.4%). En cuanto a las importaciones, se observa un panorama similar. Durante el primer mes de 2022, las importaciones textiles hacia el Perú alcanzaron un monto de US$ 227.6 millones, lo que equivale a un 66% más de lo importado en 2021 y un 40.3% frente a lo reportado en enero de 2020 (antes del inicio de la pandemia).

Los principales proveedores de textiles al Perú son China, con envíos por US$ 135.3 millones, lo que equivale a un 59.4% del total importado, seguido de India (US$ 28.6 millones, 12.6%), Indonesia (US$ 8 millones, 3.5%), Bangladesh (US$ 7 millones, 3.1%) y Brasil (US$ 6 millones, 2.6%).Así, al analizar tanto exportaciones como importaciones, observamos el verdadero beneficio que el libre comercio tiene para el Perú: más disponibilidad de mayor variedad de bienes sin restricciones para todos los peruanos, incentivos a la competitividad empresarial y acceso sin barreras a mercados con millones de potenciales clientes.

SALVAGUARDIAS TEXTILES: MEDIDAS SIN SUSTENTO QUE RESTAN COMPETITIVIDAD

Los resultados son claros. El desempeño del comercio exterior textil muestra sólidas bases que nos permiten asegurar que la reactivación económica peruana va a buen ritmo. Sin embargo, existen actores del sector público y representantes del sector privado que buscan imponer medidas sin sustento técnico para proteger intereses particulares que solo generarán un retroceso en la competitividad del sector y ponen en riesgo el sustento de miles de familias. Este es el caso recurrente de las salvaguardias.

La salvaguardia es una medida de “emergencia” de carácter temporal y que se aplica cuando existe un aumento imprevisto de importaciones que causa daño a la producción nacional. Por ser un mecanismo que se aplica en un contexto de competencia leal, su uso es excepcional y tiene requisitos muy rigurosos contenidos en la normativa nacional e internacional. Hoy, el Gobierno busca aplicar una medida de salvaguardia a las importaciones de ropa (prendas de vestir y confecciones) en una investigación plagada de serios errores técnicos y en la que no se han cumplido los requisitos exigidos por la normativa. Pero, más allá de eso, resulta importante considerar tanto el interés público como las relaciones con nuestros socios comerciales afectados por la eventual medida (ver Semanario 1105). En primer lugar, aumentar el costo de las importaciones de las confecciones generaría un incremento de precios que perjudicaría a todos.

En un contexto de incertidumbre económica pospandemia, esto tendría un duro impacto en los bolsillos de las familias peruanas. En segundo lugar, se afectaría a los miles de emprendedores de las galerías y ferias de todo el país que comercializan ropa importada, a quienes se les dificultará adquirir mercadería por su mayor costo y pondrá en riesgo sus negocios. Por último, esta medida no será una solución para los problemas que enfrenta el sector textil. Problemas de productividad, innovación, acceso a financiamiento, atomización de empresas, alta informalidad y contrabando no serán resueltos mágicamente con una salvaguardia. Por el contrario, se acentuarían el contrabando y la subvaluación (ver Semanario 1112).No cabe duda de que los resultados de las exportaciones peruanas de textiles y confecciones han sido bastante positivos. Esto debería de ser una motivación para los principales actores del sector, tanto público como privado, para tener más en cuenta aún al mercado global como una alternativa de desarrollo y generación de ingresos para los pequeños productores. Es a través de la internacionalización, la especialización y los encadenamientos que se genera mayor valor para los productos. Por tanto, aprovechar las bondades y los accesos de nuestra política comercial de apertura e integración con el mundo es más que una alternativa para cientos que aún consideran que siendo proteccionistas y encareciendo las importaciones se genera competitividad en la industria local.

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